GUUUUUUDMOOOORNING! Después de tantos días de ausencia, me meto a la bañera y abro este fin de semana con una obra de la, para mí, revolucionaria Lee Price, que retrató inteligente y magníficamente la difícil relación que tenemos las mujeres con nuestro cuerpo, nuestra imagen, nuestro rol, la comida y la bebida. ¿Por qué? Porque quiero proponerles una novela, también, revolucionaria. Quiero proponerles meternos en La Historia. Sí, otra vez. Pero esta vez, con una historia de las tantas de la Gran Historia que se llamó Revolución Industrial. Elegí, para eso, a Elizabeth Gaskell, una de las mejores y más críticas escritoras «feministas» de la Inglaterra del Siglo XIX. Quiero mostrarles que el té inglés no es, solamente, el faifoclokchí de puntillas y sombreros; que hubo un té inglés más lavado, bebido con algo de azúcar, y preparado con agua hervida como única forma de obtener una bebida no contaminada que no fuera cerveza, acompañado, con suerte, con los únicos bocados del día, antes de irse a dormir, y que era (y, en algunos lugares, todavía es) el té de la clase trabajadora. La novela es «MARY BARTON», y nos va a contar muchas, muchísimas cosas que, les aseguro, nos van a conmover hasta las tripas. Comenzaremos, si me acompañan, luego de las Vacaciones de Invierno de los chicos. Mismo formato: Té literario, en entregas, con final feliz ya veremos dónde.
«…Pero estoy seguro de esto: cuando Dios concede una bendición, ésta siempre lleva implícito un deber; y el deber de quienes son felices es ayudar a los que sufren a sobrellevar su aflicción.»