“El samovar Ivan Ivanovich” es un poema escrito en 1928 por Daniil Kharms, escritor satírico ruso de la época soviética que se incluye dentro de la corriente del surrealismo y el absurdo. Fue publicado por la revista infantil “Yezh”(Puercoespín), en la que escribía literatura infantil, para sobrevivir, desde 1928 hasta 1932.
Kharms, nacido en Petersburgo en 1905, no fue demasiado valorado durante su vida, ya que fue declarado enemigo del Soviet (a pesar de ser de izquierda) y enviado por ello a la prisión de Kursk en 1931. En 1937, las autoridades confiscaron sus libros infantiles, privándolo de su principal fuente de subsistencia. Él continuó escribiendo historias breves muy grotescas, acerca de la pobreza y la opresión de su gente, que no pudieron ser publicadas hasta el fin del régimen socialista.
En una carta a un amigo, escribió: «Cuando escribo poesía, lo más importante para mí no es la idea, no es el contenido, no es la forma y no es la oscura noción de «calidad», sino algo aún más oscuro e ininteligible para la mente racional, pero comprensible para mí… Esto es la pureza del orden. Esta pureza es la misma en el sol, en la hierba, en el hombre y en la poesía. El verdadero arte se encuentra justo al lado de la idea primigenia, de la primera realidad. Crea el mundo y es su primer reflejo.»
En agosto de 1941, poco antes del sitio de Leningrado, Kharms fue arrestado de nuevo, acusado de distribuir propaganda contra el régimen. Fue enviado a la prisión de Leningrado Nº1, donde murió de inanición en 1942.
Para escuchar el audio del enlace que aquí abajo les pego, recuerden anular la música de la página, haciendo click donde dice AUDIO OFF, en el margen superior izquierdo de la pantalla. Debajo del video, les dejo la traducción que hice del poema -si alguien la quiere mejorar, será bienvenido-. Que empiecen una semana hermosa.
El samovar Iván Ivanych
era un samovar barrigón,
un samovar de tres baldes*.
Sacudía el agua hirviendo,
arrancaba vapor de agua hirviendo,
de furiosa agua hirviendo;
vertida en la taza a través del grifo,
por un agujero justo en el grifo,
directo a la taza a través del grifo.
A la mañana temprano llegó,
hasta el samovar llegó,
el tío Petya llegó.
Tío Petya dijo:
«Dame de beber, dijo,
Beberé el té», dijo.
Al samovar llegó,
Tía Katya llegó,
con un vaso de vidrio llegó.
Tía Katya dijo:
«Yo, por supuesto, dijo,
beberé también», dijo.
El abuelo vino,
muy viejito vino,
en zapatos de abuelo vino.
Bostezó y dijo:
«Tal vez una bebida, dijo,
en realidad té», dijo.
Así que la abuela vino,
muy viejita vino,
con un bastón vino.
Y, pensando, dijo,
«Qué tal una bebida, dijo,
qué tal un té», dijo.
De pronto una nena entró corriendo,
hasta el samovar llegó corriendo-
era la nieta que entró corriendo.
«¡Sírveme!», dijo,
«Una taza de té», dijo,
«Para mí, más dulce», dijo.
Entonces Zhuchka, el perro, entró corriendo,
con Murkoy, el gato, entró corriendo,
hasta el samovar, entró corriendo,
para llenarse con leche,
agua hervida con leche,
con hirviente leche.
De pronto Seriozha llegó,
último de todos llegó,
sin lavarse llegó.
«¡Dame!- dijo,
Una taza de té, dijo,
Para mí, una grande», dijo.
Inclinaron e inclinaron
e inclinaron el samovar,
pero salió del grifo
sólo vapor, vapor, vapor.
Inclinaban el samovar
como un armario, armario, armario,
pero de él no salían
más que gotas, gotas, gotas.
¡El samovar Iván Ivanych!
¡Sobre la mesa Ivan Ivanych!
¡Dorado Ivan Ivanych!
Agua hirviendo no les da,
a los impuntuales no les da,
a los haraganes no les da.
*la capacidad de los samovares se medía en baldes de agua y no en litros.
Traducción al castellano de Gabriela Carina Chromoy